¿Qué significa ser una persona ética?
Por Enrique Campomanes Calleja (experto en Talento Etico)Una de las principales causas de confusión sobre el verdadero significado y utilidad de la ética es complicarla con un conjunto de normas o criterios generales. La ética no es la moral, ni la legalidad, ni las costumbres, ni las modas. No es la deontología profesional, ni los códigos de empresa, ni los códigos de conducta.
Todos son referentes, son normas más o menos influyentes en cada persona pero, al final, cada uno decide de forma voluntaria y en libertad, su selección y ponderación de referentes –sus principios– para dirigirse a sus metas personales.
Por eso la primera distinción que debemos plantear está entre ética y moral. La moral es el conjunto de normas para vivir en sociedad, algunas prohibitivas y penadas como la ley, otras trascendentes como la religión, otras emocionales como las que establecemos con familia y amigos. Y la ética es el conjunto de principios que nos dotamos para construir el plan de vida y actuar en consecuencia. Son los valores.
Nuestros actos están llenos de intenciones, expectativas, motivos y deseos que nos dirigen hacia distintas direcciones, muchas veces contradictorias. La ética es la encargada de cohesionar esas corrientes de influencia para que tengan un sentido reflejo de nuestro carácter, de acuerdo con nuestros fines. Nos da la dirección de nuestros actos para señalar que podemos ser dueños de nuestros comportamientos y no una mera reacción automática a los acontecimientos.
La ética selecciona y potencia algunos valores que constituyen su eje principal de actuación, los denominamos "principios" y son acompañados de forma jerárquica por otros valores que complementan y cohesionan nuestra conducta. Así se va construyendo un mecanismo eficaz de comportamiento que responda a los fines últimos de las personas, definidos en términos de "dar sentido a la vida".
En consecuencia, la ética nos ayuda a definir nuestros fines y objetivos para encontrar un sentido a nuestra forma de actuar. Todo ello para encontrar mayor satisfacción, alegría y en último término, felicidad. La ética busca influir en las acciones humanas de forma global. Pero no es algo que se aprenda estudiando, sino haciendo. Cada acto, cada experiencia, cada decisión va influyendo en ella. Por eso ,"lo que haces, te hace". Por eso, como decía Aristóteles: "nuestro carácter es el resultado de nuestra conducta".
Para entender el alcance de la ética hay que preguntarse qué significa ser ético. Una cosa es tener una ética y otra distinta es tener una buena ética. En mis cursos de ética y deontología profesional pido que levanten la mano las personas que no sean éticos. Después de sesenta cursos nadie ha levantado la mano. Porque realmente todos tenemos una ética, aunque a veces no cuidemos, no potenciemos y no utilicemos. Por eso la pregunta debe ser sustituida:"¿qué nivel de ética tienes y utilizas?"
Para ser éticos no es suficiente tener una ética, sino que ésta sea eficiente y actuemos conforme a ella, además de ocuparse de que esté actualizada, sentida y conocida. Ser una persona ética significa realizar comportamientos éticos y, en consecuencia, actuar conscientemente con integridad.
Para enfrentarnos a la vida disponemos de dos tipos de recursos: la inteligencia y los valores. La primera nos permite construir soluciones a los problemas , los segundos nos señalan cuál de ellas es la más eficiente. La primera se agrupa en el talento, la segunda en la ética.
Si difícil y exigente es tener una ética personal más complicado es tener una ética profesional que necesita los valores personales y los profesionales y que, de igual manera que el nuevo empleado necesita una formación específica para ser un productivo en el trabajo, también necesita ayuda para incorporar los valores de la organización.
Y aunque de manera timorata las empresas se van dando cuenta de que el análisis meramente económico de los resultados no garantizan la continuidad de la empresa y que es necesario ampliar el foco de la cantidad a la calidad, incorporando otros valores como los sociales y los éticos que permitan obtener resultados más valiosos, obtenidos por profesionales más valiosos.
Porque los profesionales necesitan tener inteligencia para desarrollar valores económicos y sociales que nos permiten analizar muchas soluciones, pero también necesitan tener conciencia y coherencia para desarrollar valores éticos que nos permita escoger la mejor solución que aporte mayor confianza y seguridad a los clientes.